La voz de los jóvenes frente a la corrupción

La COVID-19 ha representado, sin lugar a duda, un cambio significativo para la forma de vida de los jóvenes alrededor del mundo. | Ilustración: Sindy Elefante

Más que un llamado para el gobierno, este es uno para las organizaciones que trabajamos en la lucha contra la corrupción, la promoción del acceso a la información pública y la participación ciudadana.

Por Carlos Rodríguez Castro, Corporación Ocasa

Este año, Ocasa participó activamente como invitado especial al Foro de la Juventud “Contrarrestar la corrupción a través de la colaboración: las perspectivas y el compromiso de los jóvenes”. Este escenario fue convocado en el marco de la Sesión de la Asamblea General de las Naciones Unidas (UNGASS) contra la corrupción, organizado por la Oficina de las Naciones Unidas Contra el Delito (UNODC) y desarrollado de forma virtual del 24 al 26 de mayo de 2021. Con ocasión de este foro, bien vale la pena reflexionar sobre la forma en la que los jóvenes conciben la lucha contra la corrupción en un escenario atípico de pandemia.

La COVID-19 ha representado, sin lugar a duda, un cambio significativo para la forma de vida de los jóvenes alrededor del mundo. El principal punto de discusión en relación con la juventud y la corrupción ha sido la respuesta desigual de los países frente a la pandemia. En este sentido, el abordaje del tema no se limita exclusivamente al acceso a las vacunas y a cómo los países desarrollados han priorizado sus poblaciones, planteando debates éticos sobre la suerte de los países menos desarrollados. El debate también ha girado en torno a cómo la corrupción ha impedido, en multiplicidad de casos, que los países más vulnerables cuenten con sistemas de salud públicos mejor equipados para dar una respuesta apropiada; y que se vean en la necesidad de solicitar urgentemente recursos e infraestructura. Así, la pandemia ha puesto en entredicho la universalidad del derecho a la salud, al exponer cómo el cuidado de la salud es negado por condiciones de acceso, inequidad o sencillamente exclusión. 

No obstante, y pese a estar atravesando por una coyuntura única en sus vidas, insistimos en la necesidad de que los jóvenes asuman con creatividad los desafíos de la lucha efectiva contra la corrupción. En especial, ante problemáticas más acotadas como las relacionadas con la salud pública, en donde es indispensable explorar visiones renovadas, que permitan la reinterpretación y la apropiación por parte de los jóvenes de los temas clásicos en la materia: (i) la necesidad de establecer mecanismos de transparencia y rendición de cuentas en los procesos de contratación, por ejemplo, frente a la adquisición de vacunas contra la COVID-19 o la dotación de las unidades de cuidados intensivos; o (ii) la necesidad de fortalecer la educación en torno a las causas y consecuencias de la corrupción. 

De otro lado, y con gran sorpresa, también encontramos que ante las múltiples discusiones que se dieron frente a la lucha contra la corrupción en el espacio del foro, es poco lo que se ha apropiado el uso del derecho al acceso a la información como herramienta para combatir la opacidad y la corrupción. En el panel en el cual participamos como organización invitada, solamente Ocasa hizo referencia a cómo, mediante la materialización de este, se deben exigir respuestas a cuestionamientos válidos de la juventud ante el accionar estatal. Más aún, cuando los gobiernos, funcionarios públicos y la misma institucionalidad ven con incomodidad como jóvenes “sin experiencia” los cuestionan.

Buscando alguna explicación para lo expuesto anteriormente, es importante resaltar que aún persiste la desconfianza de los jóvenes en los gobiernos, sus instituciones y su capacidad de cambio para combatir la corrupción. Así, el no evidenciar avances reales en la materia puede estar desincentivando a los jóvenes a pensar, imaginar o soñar con posibilidades innovadoras. Además, puede propiciar que ellos no se interesen más en un tema que siempre está en la agenda pública, pues ante la constatación de que las cosas permanecen igual, es fácil el camino de la desilusión, según el cual no vale la pena sumarse a esfuerzos que parecen estar condenados al fracaso. 

Finalmente, más que un llamado para el gobierno, este es uno para las organizaciones que trabajamos en la lucha contra la corrupción, la promoción del acceso a la información pública y la participación ciudadana. En particular, para que reflexionemos también sobre cómo nos aproximamos a estos temas y si los mensajes que enviamos y posicionamos en nuestros entornos como actores de la sociedad civil son lo suficientemente claros para distintos públicos e interesantes y atractivos para sumar más voces a los esfuerzos realizados.

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