¿Cómo se garantizará la participación de los jóvenes en las elecciones de los Consejos de Juventud?

Se espera que la institucionalidad entre en un diálogo activo con los jóvenes, y que los reconozca como artífices de su propia política, apropiando sus lenguajes, agendas y propuestas. Ilustración: Catalina Vásquez.

El Estado colombiano deberá primero asegurarse de superar algunos obstáculos y de escuchar atentamente las propuestas de los distintos jóvenes de zonas rurales y periferias urbanas del país.

Por William Aguilera, del Observatorio Ciudadano de Juventud

En medio del debate sobre las elecciones de los Consejos de Juventud, el tema del acceso a información pública no ha sido suficientemente profundizado. Para garantizar el éxito de estos procesos electorales, el Estado colombiano deberá primero asegurarse de superar algunos obstáculos y de escuchar atentamente las propuestas de los distintos jóvenes de zonas rurales y periferias urbanas del país.

Lo primero que se debe decir es que la institucionalidad colombiana desconoce la realidad que viven los jóvenes. Según Natalia Zambrano, joven de 27 años, habitante del Alto de Letras, zona rural del Tolima, el sistema de información juaco del programa presidencial Colombia Joven reporta proyecciones con el censo de 2005. No obstante, ni en este censo, ni en su actualización, que data de 2018, se abordan aspectos de la multidimensionalidad del joven relacionados con sus posibilidades, barreras y necesidades, convirtiéndose esto en un obstáculo para que el Estado pueda tener en cuenta las necesidades de los jóvenes.

El testimonio de Natalia nos deja ver, además, que los obstáculos son más críticos en las zonas rurales y en las periferias urbanas. En particular, uno de los temas más agudos en estas zonas es el acceso y la circulación de la información. Aparte de no existir métodos masivos de divulgación, los jóvenes de estas zonas tienen que afrontar la desinformación de los funcionarios públicos, que en muchos casos son cuotas políticas del gobierno de turno. Así mismo, deben competir con las maquinarias políticas de los partidos tradicionales, que impiden ampliar el conocimiento sobre el tema. Al señalar que como líder juvenil quiso promover un espacio de discusión apoyado por la alcaldía y esta se opuso, el testimonio de Brayan García, joven de 24 años del municipio de Ciénaga, Magdalena, es ilustrador.

Así mismo, en términos del flujo de información hay una brecha digital considerable que aún no se ha cerrado. Al respecto, cabe destacar que la información que circula como alistamiento al proceso electoral es en su mayoría digital. Esto es un problema, si se tiene en cuenta que, según el Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones, 23,8 millones de colombianos no cuentan con internet y están ubicados en su mayoría en zonas apartadas o en los estratos 1 y 2 de las urbes. El testimonio de Anyull Alvarado, joven de 17 años de Ciudad Bolívar, Bogotá, soporta esto. Según Alvarado, ante la dificultad de medios digitales para acceder a la información, él recurre a sus compañeros de las Plataformas de Juventud o a las personas que trabajan en la Casa de la Juventud de su localidad.

Este último testimonio apoya además los resultados de la encuesta que realizamos desde el Observatorio Ciudadano de Juventud, durante los meses de junio y julio del presente año, a 46 jóvenes de distintas regiones del país. Según las respuestas obtenidas (figuras 1 y 2), ante los vacíos informativos los jóvenes han optado por tejer redes de información solidaria, para tomar acciones y participar de manera informada y crítica, siendo las Plataformas de Juventud uno de los primeros escenarios de consulta, por encima de las instituciones públicas. Esto también lo soporta la narración de Carolina Carmona, joven de 18 años del municipio del Retiro, Antioquia. Según ella, “para informarme, lo más útil ha sido consultar a los chicos de la Plataforma, ellos andan informados y comparten la información sobre el tema”.

En este sentido, es evidente cómo se han ido desarrollando estrategias alternas para fortalecer el diálogo entre pares de distintos lugares del país. Así, por medio de grupos de WhatsApp circula la información de forma más ágil y se comparten análisis. Igualmente, se motiva a otros jóvenes a realizar reuniones para desarrollar acciones de movilización por medio de Twitter, de cartas y de derechos de petición, para reclamar acciones del Estado y generar pulsos de opinión. Además, se han desarrollado prácticas de apadrinamiento entre quienes tienen acceso a internet y quienes no, para llevarles la información mediante el “voz a voz”, o incluso, por medio de llamadas de una región a otra.

Ante este panorama de obstáculos y propuestas, se espera que la institucionalidad entre en un diálogo activo con los jóvenes, y que los reconozca como artífices de su propia política, apropiando sus lenguajes, agendas y propuestas. Esto, para romper las barreras de acceso a la información y hacer del proceso electoral una práctica democrática incidente, y no una quimera más de la participación en Colombia.

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