La generación sin miedo tiene mucho que decir

La participación juvenil en el Paro Nacional ha sido la manifestación de la política desde el sentir, desde la expresión de ese sentir, que otras generaciones habían obviado. | Ilustración: Sindy Elefante

La conversación pendiente entre el gobierno colombiano y los jóvenes fue fundamental en la gestación de un nuevo Paro Nacional en 2021. Paro que, además de ser más fuerte y organizado, tuvo como su principal y más visible actor a la juventud colombiana. 

Por Angie Martínez Puerto & Carlos Rodríguez Castro

Corporación Ocasa

La conversación pendiente entre el gobierno colombiano y los jóvenes, advertida en la segunda edición de la Revista DesTápate, fue fundamental en la gestación de un nuevo Paro Nacional en 2021. Paro que, además de ser más fuerte y organizado, tuvo como su principal y más visible actor a la juventud colombiana. 

En su momento habíamos advertido también cómo la postergación de las elecciones de los Consejos Locales de Juventud, sustentada en la necesidad imperiosa de centrar esfuerzos gubernamentales para enfrentar y superar la pandemia de COVID-19, debía ser utilizada no solo para el aprestamiento de estas, sino también para su divulgación, y para la preparación y motivación de los jóvenes. Ahora, luego del estallido social de mayo de 2021, se revive no solo el debate sobre la forma de relacionamiento, el agendamiento y la respuesta a las necesidades de la juventud, sino también sobre el protagonismo de las elecciones de los Consejos Locales de Juventud como un espacio que debe ser privilegiado por la institucionalidad.

En medio de la coyuntura de protestas pacíficas y enfrentamientos violentos a lo largo y ancho del país en lo corrido de 2021, la Corporación Ocasa acompañó varios espacios de discusión con jóvenes de Bogotá, Cali, Pereira y la Costa Atlántica, entre otras. Uno de ellos fue el escenario de ‘Charlas Ocasa’, un espacio desde el cual la organización ha logrado generar diálogos directos sobre temas que interesan a la juventud en Colombia, y que no son ajenos a la coyuntura del Paro Nacional que se originó el 28 de abril. Estos encuentros a través de la palabra con jóvenes de diferentes partes del país y con analistas de la juventud en Colombia y América Latina permitieron identificar esta realidad de movilizaciones como una oportunidad de participación política para los jóvenes, a partir de su autenticidad, expresión de demandas, reivindicación de derechos y expresión de emociones como acto político.

Un primer aspecto identificado en el marco de ‘Charlas Ocasa’ es que algo se rompió. Ese ‘algo’ es amplio y complejo, y abarca lo individual y lo colectivo. Las razones por las cuales se permanece en las calles son variadas y comunes a quienes se manifiestan y a quienes no. De igual forma, atraviesan las realidades de jóvenes que carecen de oportunidad, que no tienen garantía de sus derechos y no encuentran respuesta en los gobiernos locales. Ese ‘algo’ hace parte de una crisis social, política, económica e identitaria por la que pasa el país. Así, la juventud se atreve a participar por medio de las vías de hecho, enfrentando el miedo a la violencia directa e indirecta que se ha ejercido en estas jornadas, por parte no solo de la policía o las fuerzas militares, sino también de otros ciudadanos.

Esa participación evidencia a la ciudadanía como un ente dinámico, que no está estancado en la definición de mayoría de edad, sino que se dirige, pese a la frustración, a la transformación de realidades a partir de la esperanza de cambio. Además, hace palpable la percepción que la ciudadanía tiene sobre la institucionalidad y necesariamente habla del nivel de (des)confianza frente a esta, del surgimiento de liderazgos, de la resignificación de espacios, de la construcción de lo común, y de la votación como acto cotidiano que forja cultura política y que inevitablemente se dirige a la formación de capital social e incidencia en las políticas públicas.

La participación juvenil en el Paro Nacional ha sido la manifestación de la política desde el sentir, desde la expresión de ese sentir, que otras generaciones habían obviado. En este momento, ese sentir se da como expresión política desde las emociones, como una capacidad o superpoder de la “generación sin miedo” que a fin de cuentas no tiene nada que perder. Así, los actos culturales, las relaciones establecidas, las actividades y la agenda desarrollada parten de un sentir, un sentir que es latente, que encuentra respaldo en la rabia, la tristeza, la impotencia, la esperanza y la necesidad de cambio.

Debemos reconocer que el Paro Nacional de 2021 propició en su momento una serie de iniciativas gubernamentales encaminadas a darle trámite al descontento juvenil, por medio de nuevos ejercicios de escucha liderados por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y Colombia Joven. Sin embargo, también es preciso mencionar y reconocer que los jóvenes han asumido una actitud mucho más proactiva a la hora de organizarse y deliberar autónomamente, buscando transformaciones sociales más arraigadas a sus territorios y, hasta cierto punto, alejadas de la institucionalidad. Lo anterior, no solo por la desconfianza que aún persiste frente al gobierno, sino también por la falta de resultados de esos diálogos de alto nivel. Estos hechos son palpables en la organización y desarrollo de cabildos e incluso asambleas locales y barriales, cuyo énfasis mucho más regional se espera alcance una mayor incidencia y logre transformaciones de fondo para los jóvenes.

Entonces, el llamado está dado para que, además de continuar y fortalecer sus prácticas asociativas propias y mediadas por sus legítimos intereses, los jóvenes logren también extenderlas a un escenario institucional, por medio de los Consejos Locales de Juventud. Por mucho tiempo la organización orgánica de los jóvenes, que se ha dado principalmente en las Plataformas de Juventud, ha sido capaz de mantener a flote el posicionamiento en la agenda pública de aquellos temas inherentes a su condición de joven. Ahora, estando ad portas de las elecciones de los Consejos Locales de Juventud el 28 de noviembre, es vital que los jóvenes movilicen sus demandas, ideas y propuestas de acción que permitan construir desde la institucionalidad respuestas efectivas a las frustraciones y anhelos visibles que los han motivado a ser uno de los actores centrales en los recientes procesos de movilización social que se han dado en el país. 

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