Una conversación pendiente
La “Conversación Nacional” que prometió el Gobierno en el pasado Paro Nacional sigue en vilo. El limitado acceso a información pública y la reducida participación regional se convirtieron en barreras para una incidencia efectiva por parte de la población joven del país.
Por Carlos Rodríguez, Corporación Ocasa
Noviembre y diciembre de 2019 fueron los meses en que se vivieron nuevamente fuertes manifestaciones sociales en Colombia. Con la reactivación de las protestas ciudadanas, se consolidó el denominado Paro Nacional o 21-N, en donde confluyó la participación de jóvenes, estudiantes, sindicatos, organizaciones de campesinos, indígenas y mujeres, entre otros.
A pesar del esfuerzo del Gobierno Nacional por calmar los ánimos mediante una “Conversación Nacional”, el limitado acceso a información pública y la reducida participación regional se convirtieron en barreras para una incidencia efectiva por parte de la población joven del país.
El clima de descontento generalizado con el Gobierno Nacional, que en su mayoría se vio representado en protestas pacíficas, movilizaciones y cacerolazos en las principales ciudades del país, terminó reducido a un problema de orden público. Lo anterior, ante la intervención de la fuerza pública, principalmente la Policía Nacional, bajo la justificación de retornar a un escenario de normalidad que permitiera continuar la cotidianidad de los ciudadanos “afectados” por la protesta. Sin embargo, en una especie de respuesta más constructiva para calmar los ánimos, la Casa de Nariño finalmente lanzó la denominada “Conversación Nacional”, como estrategia para dialogar, generar confianza entre los colombianos y las instituciones, y alcanzar la construcción de políticas a largo plazo.
Las movilizaciones sociales se caracterizaron, entre otras cosas, por estar fundamentadas en temas del resorte de la población joven, tales como la corrupción en el sector público; la introducción de nuevas medidas y paquetes económicos con fuertes efectos en la población; el acceso y la financiación de la educación pública; y todo lo relacionado con la implementación del Acuerdo de Paz y el asesinato de líderes sociales en el territorio nacional. Por consiguiente, los seis temas de conversación elegidos por el ejecutivo (juventud, crecimiento con equidad, transparencia y la lucha contra la corrupción, educación y cierre de brechas sociales, paz con legalidad, y medio ambiente y desarrollo sostenible) son todos de interés para esta población.
Sin embargo, fue poca la publicidad y la calidad de la información que se puso a disposición del público para convocar a los jóvenes a participar en el desarrollo de las mesas de juventud. A raíz de la respuesta de Colombia Joven a un derecho
de petición, en donde se indicaban los lugares en los que se encontraban las convocatorias, la Corporación Ocasa realizó el rastreo de la información disponible en aquellos sitios. A partir de esta búsqueda, solamente se evidenció la existencia de invitaciones de carácter genérico que permitían conocer los avances de la “Conversación Nacional”.
No obstante, dichas convocatorias no daban luces sobre el desarrollo de la temática de juventud como tal, ni sobre cómo acceder a la actividad presencial. Así, pese a hacer solicitudes de información adicionales para indagar por el tema, desde la Corporación Ocasa solo pudimos participar en una mesa. Y esto último, gracias a un rastreo con nuestros aliados más cercanos, que nos permitió acceder en el último momento y sobre el tiempo, a la información que indicaba la fecha, hora y lugar donde se iba a realizar la que sería la última mesa de juventud.
Así mismo, en este proceso se evidenció la poca y limitada participación de los jóvenes que no se encuentran en las principales
ciudades del país. Al respecto, cabe destacar que las tres conversaciones nacionales de juventud se realizaron en la ciudad de Bogotá. A pesar de que se contó con la participación de delegados de otros departamentos, este esquema de traer las voces de los jóvenes a la capital no necesariamente permite avanzar en una conversación descentralizada, amplia, diversa e inclusiva, que reconozca la visión de cómo superar los factores que históricamente han afectado a los jóvenes en el territorio nacional, ni cómo ampliar las capacidades institucionales, políticas, sociales y económicas necesarias para su materialización.
En los últimos meses, el panorama cambió y la “Conversación Nacional” así como sus propuestas quedaron relegadas ante una nueva coyuntura. La institucionalidad colombiana está actualmente volcada a enfrentar la crisis producida por la pandemia de la Covid-19, con lo cual, resulta claro que se acentuarán las ya difíciles condiciones económicas, pero sobre todo sociales, que afectan especialmente a la juventud en Colombia. Es por esta razón que consideramos que aún que- da una conversación pendiente con los jóvenes, quienes, a pesar de todo, y con o sin pandemia, continuarán propiciando la construcción colectiva de una sociedad más incluyente.